No tengo la culpa de ser culpable
Ni de odiar al que me hizo beber sangre
Pues fuiste tú, temible y maldita
La que me tuvo aquí por más de mil días.
Y el tiempo pasó
Y este nunca se agotó
Y siguió pasando
Como si yo estuviera jugando
Pero no fue así
Pasaron una a una las lunas que vi
Y el tiempo pasó
Y mi cuerpo se agotó
Incluso mi perfume se acabó
Y mi olor, a piedra se quedó
Y el tiempo pasó
Y nunca más me espero
Y yo sigo aquí
Tranquilo pero más oculto que un bandido
Que espera en su propia cárcel
A un despertador que su alarma alce
Y me levante de este trance.
jueves, 23 de julio de 2009
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